Por Mónica Lombardo Cueto
Conferencia impartida en el marco del Cicle Dones de la librería A peu de página
El espacio está arraigado a nuestra subjetividad. El útero materno es el primer espacio que el feto ocupa; luego, el niño dispone del espacio de su cuna o estera; posteriormente, con la adquisición de la marcha abarca el de la habitación-casa, hasta abrirse al mundo del espacio compartido con los otros seres humanos y con los objetos presentes en él.
Esta apropiación paulatina del espacio va creando pautas de comportamiento
psicológico, de vivencias interiores y sociales. (Regina Katz)
¿Por qué habitar?
Habitar nos remite a espacio, territorio. Lugar que ocupamos, donde nos instalamos. Hablamos de habitar cuando echamos raíces, desarrollamos nuestra vida. Habitar un espacio nos habla de intimidad.
A lo largo de la historia estos conceptos de intimidad y confortabilidad en relación
al espacio no son tan nuevos. Hasta hace unos doscientos años, la casa era un lugar
ligado a la protección, el trabajo. La idea de confortabilidad e intimidad es mas
reciente. Tiene que ver también con lo privado. La capacidad del individuo de
reconocerse, captar sus necesidades y darse un espacio, habitar un espacio que le
permita poner su mundo interno en él.
Paralelamente a este proceso, en otras áreas, el hombre también fue en busca de
una relación consigo mismo. Es en los distintos campos de las ciencias donde
entramos en contacto con el mundo interno de cada individuo, el objetivo de las
ciencias, la mirada está puesta en su interior, su individualidad.
Surge el psicoanálisis en el campo de la salud mental, y el reconocimiento de lo
inconsciente, y algunos autores hablan el concepto de imagen inconsciente del
cuerpo. En el campo de la filosofía estamos en la etapa del existencialismo, El
existencialismo es una corriente filosófica que persigue el conocimiento de la
realidad a través de la experiencia inmediata de la propia existencia.
En el ámbito pedagógico Piaget nos habla de motivación, de la adaptación al
medio, de la importancia de lo que antecede y como influye en lo aprendido.
El registro que cada uno de nosotros tiene de su cuerpo, tiene que ver con la
información que posee de la especie a la que pertenece, de los genes de la familia
en la que nació, del entorno socio cultural en el que habita y todo aquello que
aconteció y va aconteciendo en nuestro cuerpo.
No creo que todo lo hasta aquí explicado sea casual. En los diferentes campos la
mirada se volvió hacia el individuo y sus necesidades. En su capacidad dinámica de
integrar lo vivido, en escucharse y reflexionar. Podemos pensar y sentir nuestro cuerpo, ocuparnos de él si hay un espacio adecuado que en el que habitar, que nos recoge, protege.
Creo que el hecho de poder habitar un espacio donde se sintiera seguro y
confortable facilitó la idea de conectar y expresar sus necesidades. Necesitó
habitar para poder conectar consigo y con los demás, y con el medio que lo rodea.
En la evolución de las técnicas corporales, que denominamos técnicas de gimnasia
consciente, se vive un proceso similar. Del trabajo mecanicista, repetitivo y competitivo de la gimnasia tradicional , como una forma de trabajar el cuerpo, en
los inicios del siglo pasado, diferentes profesionales en distintos lugares de
Europa, se plantean el acercamiento a lo corporal desde una posición diferente. La
mirada del alumno no está dirigida hacia el afuera, para ver otros cuerpos y
reproducir lo que hacen, La idea es dirigir esa mirada hacia el interior de cada
individuo. Conectarlo con su realidad corporal, pensándola como única, e
irrepetible. Dinámica, plástica, con capacidad de escucha y de modificar. Donde el
aprendizaje se realiza desde cada uno, con sus limitaciones y posibilidades, sin
intentar ser el cuerpo del otro, sino poder ser el cuerpo que cada uno de nosotros
es.
La actitud del alumno pasa por sentir, pensar el cuerpo y reconocer las
limitaciones, las características particulares de uno y transformar aquello que nos
hace daño, nos limita, nos empobrece y desarrollar los aspectos sanos y descubrir
otros que no han sido trabajados.
La actitud del docente es la de acompañar, escuchar, empatizar y acercar los
recursos necesarios para entrar en contacto con el cuerpo y modificar.
Podemos pensar entonces que habitar el cuerpo nos remite a ésta idea de poseer
un cuerpo que nos resulte confortable, íntimo, seguro. No vivirlo como una
amenaza , un espacio que nos sorprende o descoloca, sino como un espacio desde
donde podamos comunicarnos con nosotros mismos y con nuestro entorno. Que
podamos acompañarlo. En el que nos podemos instalar.

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