Los teatros, el psicodrama y la vida.
Al decir de Shakespeare "El mundo entero es un teatro, y todos los hombres y mujeres simplemente comediantes. Tienen sus entradas y salidas, y un hombre en su tiempo representa muchos papeles, y sus actos son siete edades”.
El teatro psicodramático crea un escenario en el cual se representa el teatro de la mente, y a la vez es un lugar de ensayo y transformación creativa de lo que acontece en el teatro de la vida del participante del psicodrama. Por otro lado, consideramos la existencia de un ‘escenario ampliado’ que se desplaza más allá del lugar donde se desarrolle la escena psicodramática.
Además podemos hablar de ‘los teatros’: los del cuerpo, los de la mente y los sociales. El ser humano está permanentemente expresándose en estos diversos teatros, debido a la capacidad multirepresentacional de la escena humana.
Teatro social
El teatro tiene como finalidad el entretenimiento, el disfrute estético y la creación, la estabilización y transformación del discurso social a partir de las que desde la sociología se denominan representaciones sociales. Sin duda cierto teatro incide en la cultura en dos direcciones principales: 1. Conformando parte del sistema de control y estabilización de los valores imperantes y 2. Interviniendo en la generación de transformaciones de los procesos sociales.
Teatros del cuerpo
Consideramos que el cuerpo es el primer escenario en el cual se representan las emociones, a las que posteriormente se les agregan textos. A partir de esta etapa primigenia, el cuerpo siempre estará presente. En situaciones de enfermedad, como en las patologías psicosomáticas -para algunos todas-, el sufrimiento que se representa en el cuerpo no ha podido hacerse teatro mental o social y permanece instalado en el escenario corporal.
Teatro de la mente
Una mirada psicoanalítica del teatro nos permite ubicarnos en el territorio de “la otra escena” (Mannoni, 1990). El psiquismo normal permite un fluir continuo por la otra escena en el sentido de que “siempre hay otra escena detrás y delante de una escena”. En las patologías mentales y en las patologías sociales, la escena pierde esta posibilidad de transformación permanente y se cristaliza en una situación determinada, iniciando ciclos repetitivos en los cuales predomina el sufrimiento y la destructividad. La escena además de cristalizarse se satura de elementos reiterativos y de excesivo control, lo que no deja espacio para la transformación.
Para Peter Brook (1990) la palabra “repetición” carece de encanto, es un concepto sin viveza, que de inmediato se asocia con un término de carácter “mortal”. La repetición niega lo vivo. En cambio, la palabra “representación” contiene una respuesta, es el período de tiempo en que algo se representa, en que algo del pasado se muestra nuevo. La representación es lo que alega ser: hacedora de presente. Vemos que esta cualidad es la renovación de la vida, negada por la repetición, y ello puede aplicarse tanto a los ensayos como a la interpretación.
Desde una mirada psicodramática cercana al teatro contemporáneo (teatro inmediato) o al posdramático, se introduce la noción de la transformación del espectador en actor y director, del público en asistente (del francés: assistance: j’assiste à un pièce, es decir, asisto al teatro. El público asiste al actor, y al mismo tiempo, los espectadores reciben asistencia desde el escenario) y del desarrollo de una función psíquica vinculada a la reflexión y a la creatividad. Peter Brook (1990), hablando sobre el psicodrama en El espacio vacío, comenta que un auténtico ejemplo de necesaria asistencia al teatro es una sesión de psicodrama en un sanatorio mental: una pequeña comunidad que lleva una vida monótona y regular, y donde para algunos enfermos, ciertos días acaece un acontecimiento, algo desacostumbrado, algo para pensar en los días siguientes, una sesión de drama… La escena dentro de la escena (la escena de la propia vida dentro de la escena psicoterapéutica y dentro de la escena en el escenario psicodramático) constituyen un modelo de transformación a través de la acción.
La idea fundante del psicodrama es el drama, el teatro. Aristóteles tratando de entender la función del teatro explica el proceso de la catarsis. En la Poética describe la purgación de las pasiones (la piedad y el terror) en el momento en que el espectador se identifica con el héroe trágico. La catarsis es para Aristóteles un acto de evacuación y descarga afectiva que produce limpieza y purificación.
Moreno (1974) utiliza el teatro para la terapéutica psíquica. En su tratado Das Stegreiftheater (El teatro de la espontaneidad) da una nueva definición de catarsis: el psicodrama produce un efecto terapéutico, pero no en el espectador (catarsis secundaria) sino en los actores productores que crean el drama y que al mismo tiempo se liberan de él. Uno de los mecanismos terapéuticos principales del psicodrama es la “catarsis de integración”. Según Moreno a toda catarsis de abreacción (expresión de las emociones) sigue una catarsis de integración. Integración en la propia vida y de las emociones expresadas, controlándolas, sublimándolas y transformándolas en expresiones creativas y constructivas. Esta transformación intersubjetiva es uno de los mecanismos terapéuticos principales del teatro.
Al respecto Anzieu (1970) dice: “El Psicodrama es una catarsis de integración en la que el sujeto, al representarlos, toma posesión de los roles insospechados que vivían en él en estado de posibles” Es una catarsis activa en la cual se integran aspectos de sí mismo con el grupo.
El teatro aplicado al abordaje de los trastornos mentales severos nos permite hacernos los locos sin estarlo. Los locos dejan de estarlo cuando son capaces de actuar su locura sin perder la discriminación persona – actor – personaje, entonces pueden confinar la alucinación o el delirio a la imagen o al texto teatral. Después de haber transitado con el paciente por un brote psicótico, deberá pasar bastante tiempo para que podamos volver a hablar con él de la experiencia de la locura, de sus delirios y alucinaciones. Durante todo este tiempo habremos estado reparando el teatro mental y su escenario, reubicando las escenas en los diferentes escenarios, restableciendo las convenciones teatrales, reconstruyendo los personajes, desarrollando el rol de actor, sus disfraces y máscaras yoicas protectoras y liberadoras, recomponiendo la estructura del público, reconstruyendo la historia o creando libremente. A veces sólo podemos realizar una parte de esta tarea, otras, si el tiempo nos lo permite, intentamos volver a hablar de aquella escena de locura, contemplando juntos su sufrimiento y su riqueza.
Para concluir, el teatro es terapéutico de por sí como todo arte o actividad que permite sublimar, transformar los impulsos destructivos del ser humano y de la sociedad. El mundo entero es un teatro, luchamos diariamente para que éste sea un teatro de vida, combatiendo las escenas de destructividad a través de la solidaridad entre los seres humanos.
Raúl Vaimberg
Director de GRUP Formació.
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